Una de las características más importantes del tiempo que nos ha tocado vivir es la necesidad que tenemos de movernos (también las mercancías) para acceder a los diferentes quehaceres: trabajo, colegio, actos sociales, ocio, etc. Desde mediados del siglo pasado la respuesta a estas necesidades de movilidad se ha basado en el crecimiento desproporcionado del transporte por carretera, que ha originado problemas sociales, de salud, medioambientales y económicos.
Hoy vamos hacia un nuevo modelo de Movilidad Segura y Sostenible, con el que se pretende el mejor aprovechamiento de los espacios para conseguir un transporte más eficiente, menos contaminante y que tenga en cuenta la accesibilidad de todos los ciudadanos, con especial atención a los que tienen más dificultad de desplazamiento. Se trata en definitiva de mejorar la calidad de vida de las personas y proteger su salud.
En los últimos años, esto ha influido en la formación que impartimos en las autoescuelas. Además de la normativa que regula la circulación, se han incluido en nuestros programas (y en los exámenes) el conocimiento y la práctica de la conducción eficiente, para que los nuevos conductores tengan estilos de conducción más seguros y menos contaminantes. Se incide en los llamados grupos vulnerables (niños, personas mayores, personas con dificultades de movilidad, bicicletas y otros vehículos de 2 ruedas) a los que los conductores debemos proteger de manera singular. También se trabaja con las causas que disminuyen la capacidad de reacción de la personas para conducir (velocidad, distracciones, alcohol y drogas, sueño, etc) y se analiza qué determina el grado de aceptación del riesgo de las personas cuando se desplazan por las vías, ya sea conduciendo o como peatones.
Los profesionales de la formación de conductores creemos que se debe valorar la importancia que tiene nuestro trabajo, en el que ponemos una gran intensidad para transmitir a nuestros alumnos, en el poco tiempo disponible, la necesidad de actitudes positivas hacia la Seguridad Vial.
Es verdad que en la última década, la conciencia social, el trabajo de las administraciones y de otros colectivos, ha determinado un cambio en la responsabilidad vial que se refleja en las estadísticas, con una disminución importante de la siniestralidad y las víctimas por accidentes de tráfico. Sin embargo, desde 2014 parece que esa tendencia se ha estancado o incluso repunta. ¿Hemos bajado la guardia? ¿Hemos tocado techo?
En los planes tanto de la ONU como de la UE para 2011-2020 se hacen propuestas para reducir la siniestralidad vial, con un horizonte ideal de lesividad cero.
En la Asociación que presido, existe el convencimiento de que tenemos que trabajar para alcanzar ese objetivo. Nuestro compromiso transciende la labor estrictamente profesional y estamos implicados con administraciones y colectivos (Ayuntamientos, DGT, CNAE, Asociaciones, etc) transmitiendo el conocimiento y la cultura de la movilidad sostenible, que incluye como elemento fundamental la Seguridad Vial, en el contexto de lo que debe ser una educación integral que fomente valores de responsabilidad, respeto, tolerancia, y solidaridad como piezas clave para favorecer relaciones humanas, garantes de una convivencia pacífica en las vías públicas.
Este artículo fue publicado por el semanario El Día de León http://goo.gl/zC44GW que está disponible en los quioscos los domingos.